Por: Gardenia Companioni
Tras el saqueo de La Habana por parte del corsario francés Jacques de Sores y el fracasado ataque de Francis Drake en el siglo XVI, el rey Felipe II de España ordenó construir el Castillo de San Salvador de la Punta, para defender el acceso al puerto de la ciudad.
Para ello envió al ingeniero militar italiano Bautista Antonelli, quien enseguida puso manos a la obra.
La Punta fue concebida como una fortaleza renacentista, con una ciudadela rodeada de un foso de protección poco profundo excavado en la roca, y paredes de 3 metros de espesor.
Pasados más de 10 años de intensos trabajos el castillo estaba terminado. Todas las noches durante la época colonial se extendía una gruesa cadena de 250 metros, desde el Castillo de La Punta hasta el castillo del Morro, que cerraba la bocana del puerto de La Habana a la navegación.
Más de cuatro siglos al cuidado de la Bahía habanera
El Castillo de San Salvador de la Punta, era un sitio muy estratégico, pues también protegía el camino del litoral que comunicaba con La Chorrerra y la desembocadura del río Almendares.
La idea de cerrar la entrada a la bahía con una larga cadena entre La Punta y el Morro, era que ambos bastiones atraparan en fuego cruzado a los barcos enemigos que intentaran acceder al puerto de La Habana.
Táctica que funcionó, porque durante más de 100 años, los imponentes muros de piedra de La Punta resistieron los ataques hasta que finalmente fue duramente bombardeada y capturada en 1762.
Hoy, el recinto ha sido restaurado y puede ser visitado su pequeño pero fascinante museo, el cual atesora artefactos pertenecientes a galeones hundidos de las flotas españolas, una colección de maquetas de barcos e información sobre el comercio de esclavos.