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La Habana, Cuba. – Cuenta la folclorista chilena Margot Loyola que un día Violeta Parra le dijo: “Uno, comadre, tiene que decidir el momento de su muerte. Yo decidiré el momento en que quiero morir”.

Tras intentos de suicidio con barbitúricos o tajar las venas, el 5 de febrero de 1967 moría de un tiro a la cabeza en su carpa de La Reina, a las 5 y 40 de la tarde, la compositora, cantora, bordadora chilena y una de las principales folcloristas de América del Sur.

A su hermano Nicanor escribió: “Yo no me suicido por amor. Lo hago por el orgullo que rebalsa a los mediocres”; y el periodista Tito Mundt en Lo que se llevó Violeta Parra, recordó que la trovadora comentó: “Me falta algo. No sé lo que es. Lo busco y no lo encuentro. Seguramente no lo hallaré jamás”.

Violeta del Carmen Parra Sandoval descansa en el Cementerio General de Santiago.

Gracias a la vida

Violeta Parra legó a los latinoamericanos el himno humanista Gracias a la vida, estimado una de las canciones capitales de la música en idioma español.

De inspiración folclórica, inicia el álbum Las últimas composiciones, su obra cumbre y testamento musical, y último producido por esta mujer cardinal como compositora, compiladora folclórica, artista de la plástica y poeta.

Intelectual plural, en 1964 con sus Tapices de Violeta Parra fue la primera latinoamericana en exponer individualmente arpilleras, óleos y esculturas en alambre en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre.

Pilar de la Nueva Canción Chilena y autora de composiciones como Miren cómo sonríen y Qué dirá el Santo Padre, a su muerte, Pablo Neruda escribió: “De cantar a lo humano y a lo divino, voluntariosa hiciste tu silencio, sin otra enfermedad que la tristeza”.