Ya es una amarga tradición, año por año resulta necesario examinar las afectaciones del bloqueo estadounidense a la Mayor Nación de las Antillas, y al deporte también le subrayamos su cuota de sufrimiento.
Los últimos informes estadísticos indican que las erosiones financieras han crecido, y en los 3 años más recientes el monto supera los 530 mil dólares. Un clásico en esta mala literatura es el impedimento de cobrar premios metálicos relacionados con instituciones o bancos de Estados Unidos.
Nunca sobra reiterar que desde la vecina nación no se puede importar logística para la infraestructura de las escuelas deportivas a todos los niveles, así como medicamentos, recuperantes y dietéticos; junto a tecnologías especializadas para el alto rendimiento.
Además, el intercambio académico y federativo se ve obstaculizado o anulado.
Otros retos para nuestros campeones
Para el movimiento deportivo cubano acceder a implementos de marcas reconocidas, muchas veces oficiales, es una tortura.
Además, ese proceso se ve encarecido, obligado a gestionarse mediante terceros países. Cifras nada despreciables tienen que erogarse entonces, las cuales pudieran dedicarse a mayores oportunidades competitivas, dentro y fuera del país.
Por solo mencionar un ejemplo de la voluntad de nuestros campeones, el Bloqueo impide que la Federación Cubana de Tiro Deportivo logre importar balas para el entrenamiento de sus atletas, y desde hace varios meses, un cargamento está retenido en una nación europea, por el temor y el riesgo al que se ven sometidos quienes desean ayudar.
Aun así, los tiradores siguen entre los más destacados representantes del deporte cubano. Honor a quien honor merece. Pero el bloqueo aún está ahí.