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Por Miguel Alejandro García

La zona más antigua de la capital cubana es La Habana Vieja. Restos de murallas que la protegieron durante dos siglos se camuflan con un trazado urbanístico semejante a una gran lente biconvexa de unos cinco kilómetros cuadrados de superficie.

La naturaleza cosmopolita de sus habitantes a través de la historia, hacen de esta zona el resultado de una mezcla de estilos arquitectónicos y el testimonio de diferentes épocas.

Los desmanes de gobiernos interventores y su intención de colonizar la cultura nuestra, además de la declaración de La Habana Vieja como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el 14 de diciembre de 1982, fueron incentivo para que durante los 90 comenzara el rescate del ambiente del casco histórico capitalino, impulsado por la oficina del historiador.

Actualmente, La Habana Vieja es una de las zonas más turísticas de la capital.

Colorida e inexplicable

Debido a la restauración de iglesias, fortalezas y otros edificios históricos, La Habana Vieja es una de las zonas más populosas de la capital.

Dispone de restaurantes de todo tipo, desde las paladares hasta restaurantes gourmet e internacionales.

También se encuentran muchas librerías, museos y tiendas, sobre todo de ropa, artesanías y suvenires, ubicadas en las principales plazas de este sector, como la de Armas, la de San Francisco, la Plaza Vieja, la del Cristo y la de la Catedral.

Sus castillos son el de la Real Fuerza, ubicado en la Plaza de Armas; y el conjunto conformado por el de los Tres Reyes Magos del Morro, y San Carlos de la Cabaña, ubicados en el Parque Histórico Militar Morro Cabaña, al otro lado de la bahía, que completan el cierre defensivo de esta zona de la capital.

Real y maravillosa

Construcciones prestigiosas hicieron merecer a La Habana Vieja la condición de Patrimonio de la Humanidad un día como hoy, hace 43 años.

El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, la catedral, el hotel Inglaterra, el hotel Ambos Mundos, el bar y restaurante Floridita, la Bodeguita del Medio, el Museo de la Revolución, el edificio Bacardí, el Museo del chocolate, la terminal de Ferrocarriles, la Alameda de Paula, la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Casa del Ron, el Ministerio de Finanzas y Precios, la Casa de Asia, el hotel Sevilla, el cine Payret, el Museo Palacio de los Capitanes Generales, el museo de Armas, El Templete y el Museo Nacional de Bellas Artes, por citar ejemplos sobresalientes, son algunas de ellas.

Sin dudas, podemos preciarnos los capitalinos y cubanos todos en contar con una ciudad como La Habana, ciertamente real y maravillosa.