La Habana, Cuba. – Este 12 de julio, los cubanos conmemoramos los 171 años del natalicio de Juan Gualberto Gómez, quien fuera uno de los más grandes amigos de José Martí y de sus más eficaces colaboradores en los preparativos de la Guerra de Independencia.
Desde la fundación del Partido Revolucionario Cubano, Martí sostuvo con él un sistemático intercambio epistolar y siguió atentamente sus actividades en la Isla.
El 11 de junio de 1882 publicó en el periódico Patria un texto refiriendo su incorporación a aquella sociedad que desempeñaba un importante papel en la vida intelectual cubana, y que influyó notablemente en la formación de una conciencia nacional.
Con un lenguaje inteligente y cuidadoso que no deja de ser incisivo, el Delegado arremete contra el racismo que dividía a los cubanos y entorpecía el camino hacia la independencia.
Martí antirracista
Desde el primer párrafo del texto que comentamos, el Maestro insistió en destacar lo que significaba cortar las psoturas racistas para la imprescindible unidad hacia la patria libre.
Así escribió: Suele la imprevisión humana tener a mal que el hombre bueno propague la justicia, y salude el talento y la virtud, sin subir o bajar más el sombrero porque el padre del hombre virtuoso haya nacido en África o en Europa: ¡pues si nació en África esclavo y de su esclavitud sacó al hijo que se hombrea con el hijo de los libres, mayor es la dificultad vencida, y más bajo debe ir el sombrero.
Y añade: Por eso ha sido grande nuestro júbilo al leer que dos cubanos de padre europeo han llevado de la mano un cubano de padre negro a la más alta y meritoria de las sociedades de Cuba donde han tenido asiento los más sagaces y útiles de Cuba.
El hermano mulato
Con esa frase tan cálida, Martí se refiere al amigo y estrecho colaborador por la patria libre.
Y dice: él sabe amar y perdonar; en una sociedad donde es muy necesario el perdón, quiere a Cuba con aquel amor de vida y muerte, y aquella chispa heroica.
Él tiene el tesón del periodista, la energía del organizador y la visión distante del hombre de Estado. Pero nuestro júbilo no es tanto por la justicia que se tributa a un cubano distinguido, como por la preocupación que se derriba con motivo de su noble persona por el acomodo de las relaciones sociales de las razas de Cuba a la justicia natural, que estallaría si no se le abriese campo oportuno.
Y porque este reconocimiento cordial del mérito de un cubano negro, es anuncio feliz de que los hombres equivocados de Cuba entienden y aman mejor a los cubanos más oprimidos, y con cuya ayuda han de levantar la patria.