Compartir

Un estilo pleno de fuerza, realismo y espiritualidad dejó tras de sí una de las figuras cimeras del arte mundial, Miguel Ángel Buonarroti, genial italiano que fue escultor, pintor, arquitecto, ingeniero, estratega y poeta.

De su paso por el arte nacieron los célebres frescos del techo de la Capilla Sixtina, calificados por los especialistas como obra de extraordinario equilibrio en la que alienta el profetismo del Viejo Testamento, junto a los desnudos de estilo clásico griego.

De Miguel Ángel Buonarroti son también Cristo en la Cruz, realizado en madera; Hércules, de tamaño natural; y la escultura David, desnudo en mármol de Carrara.

Fallecido el 18 de febrero de 1564 en la Roma conquistada, los últimos años de El Gigante del Renacimiento estuvieron poblados de poesía, dedicada toda a su admirada dama, la intelectual Vittoria Colonna.

Vittoria Colonna     

                                               

Prestigiosa intelectual del renacimiento italiano fue Vittoria Colonna, marquesa de Pescara, quien desde que en 1539 conoció en Roma a Miguel Ángel Buonarroti sostuvo con él una entrañable amistad.

El artista la estimó extraordinariamente y lo evidenció en varios sonetos y numerosos dibujos a la dama; un ejemplo de esa amistad es el pequeño Calvario que Miguel Ángel le regaló para sus oraciones.

En un primer momento, representaba a Cristo, la Virgen y San Juan, pero a la muerte de Vittoria, recobró la pintura y la incluyó como María Magdalena abrazada a la cruz de Cristo y llevando sobre los hombros un pañuelo, símbolo de su viudez.

En la obra de Vittoria Colonna destacan sus Rimas amorosas y Rimas espirituales, dedicadas a su fallecido esposo Francisco Fernando de Ávalos, y diversas composiciones en prosa basadas en temas religiosos.

Redactó: Iraida Calzadilla Rodríguez.