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La Habana, Cuba. – El 2 de diciembre de 1956 comenzó a hacerse realidad la frase “seremos libres o seremos mártires”, pronunciada por Fidel poco antes de que el yate Granma iniciara una travesía que cambió la historia de Cuba.

En la madrugada de ese día, 82 hombres, con su líder al frente, desembarcaron en una zona de manglares en Las Coloradas, apartado rincón de la actual provincia de Granma, en el oriente de Cuba.

Sin embargo, los expedicionarios se vieron asediados por el ejército y la aviación batistianas y con fuertes pérdidas lograron llegar a la Sierra Maestra.

Esos parajes se convirtieron en el escenario de la guerra de guerrillas que se desató en los dos años siguientes en las montañas y llanos, con un creciente apoyo de la población mediante la lucha clandestina en las ciudades, y que condujo al triunfo revolucionario.

Imbatible ante las olas del tiempo

El yate Granma devino símbolo por antonomasia de una Revolución que no solo descabezó a una dictadura, sino que también logró liberar a Cuba de la dependencia semicolonial de Estados Unidos durante más de medio siglo.

Esa realidad, Washington no ha podido admitirla y es la razón por la cual ha intentado a lo largo del tiempo asfixiar a la Isla por todos los medios a su alcance.

El Yate Granma constituye hoy la pieza más preciada por su trascendencia histórica, entre las casi 9 mil que atesora el Museo de la Revolución, uno de los más visitados del país, enclavado en el otrora Palacio Presidencial.

Pero es, sobre todo, paradigma de lucha y resistencia, y en tiempos de nuevos retos perdura imbatible ante las olas del tiempo, desde la enorme urna de cristal que lo resguarda en el Memorial que lleva su nombre.