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Fotos: Gardenia Companioni

La Habana, Cuba. – Quienes transitan por la calle Santa Catalina, esquina a Goucuría, del capitalino Santos Suárez, quizás piensen que la casa pintada de verde que allí se ubica es un círculo infantil estatal.

Y casi aciertan, no por la definición, sino por la labor que allí despliega Georgina Polier, trabajadora por cuenta propia. La “tía Yoyi” -como niños y padres la bautizaron- hace honor a la experiencia acumulada en el sector educacional.

“Ejercí por años como maestra de Preescolar y luego 20 como directora de un Círculo del municipio Plaza”, dice la entusiasta educadora. “Problemas personales me obligaron abandonar el sector, pero al pasar un tiempo antiguos padres y amistades que sabían de mi pasión por los niños, me aconsejaron volver a las andadas –expresa risueña.

Entonces decidí convertir mi hogar en lo que ahora todos llaman guardería, pero yo digo Círculo Infantil”, explica Georgina.

Enseñar nace del corazón

La trabajadora por cuenta propia Georgina Polier no se arrepiente de haber regresado al trabajo educativo con los más pequeños, y al respecto manifiesta: “antes fui trabajadora del sector educacional y ahora tengo mi propio Círculo “Los pequeños mananeros” porque sin los niños no soy nadie.

Me gusta ver cómo desarrollan habilidades y capacidades a través de los juegos, formarles valores y buenos hábitos de conducta”.

Y agrega preocupada: “Hoy la mayoría de los padres colman a sus hijos de tablets, móviles y computadoras para jugar, prolongadas horas frente al televisor viendo muñequitos -no siempre didácticos y que muchas veces ocasionan problemas en el lenguaje.

Pero… ¿dónde quedan los buenos hábitos de conducta, de higiene, del saber compartir con sus amigos, de comer correctamente? Hay que saber educar a los niños desde muy pequeños, pero eso tiene que nacer del corazón”.

Sin asignaturas pendientes

Para la propietaria de “Los pequeños mananeros” enseñarles a los niños valores patrios está en primer lugar. “En el Círculo Infantil que he creado, no basta con enseñar los colores, las figuras geométricas, dibujar sin salirse de los contornos y hasta algunos números y las vocales”, explica la capitalina Georgina Polier.

“Es muy importante, además, que los niños sepan cuál es su país, los símbolos de la patria, el himno nacional, qué significan los colores de nuestra bandera; aprendizaje que se logra a través de canciones infantiles, poesías, y hasta juegos de representación.

Con un poco de imaginación se logran muchos objetivos con los pequeños ávidos de aprender, porque están descubriendo un entorno que no se resume a la dinámica del hogar.

Y en ese sentido es que mi hija, mi trabajadora y yo realizamos la labor educativa que mucho agradecen los padres.

La felicidad de un niño, el mayor premio

“Ema está feliz con sus amiguitos en «Los pequeños mananeros», asegura su mamá Nathali Wong.

“Llegué a este Círculo particular con incertidumbre porque necesitaba que Ema aprendiera lo propio de su edad, pues por mucho que haga en el hogar, no es lo mismo a la experiencia de una pedagoga.

Tanto es así, que en una semana mi hija superó las dificultades para aprender los colores”, apunta Nathali, quien no pasa por alto la enseñanza del cuidado del entorno, cuando los niños riegan las plantas como les enseñaron con amor la “tía Yoyi”, su hija Roxana y la seño Bárbara.

A los elogios se suma otra madre, Mildred Mirabal, quien agradece a Georgina Polier que su niña pasara de ser introvertida a ser muy sociable, juguetona pero muy organizada, al igual que los otros “mananeritos”, quienes – según exclaman a coro- tienen “bomba, sentimiento y corazón”.