Era necesaria una arremetida final para culminar la obra de nuestros antecesores, y eso fue el 26 de Julio, aseveró el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, en 1963.
Dos décadas antes, con el firme propósito de no dejar morir el ideario del Apóstol en el año de su centenario, un grupo de jóvenes liderados por él juraron, antes de partir al combate, hacer una Patria mejor.
Así asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, para poner fin al régimen imperante, a los crímenes de la dictadura batistiana, y culminar la guerra iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, y seguida valientemente por Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí, Julio Antonio Mella, y tantos otros.
Por la dignidad y el decoro de los hombres de Cuba, esta Revolución triunfará, fue la premisa de los jóvenes de la Generación del Centenario.
Con valentía y amor a la Patria
El asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de Julio de 193, supuso la respuesta necesaria al golpe de Estado de un año antes, y además, la heroicidad de los combatientes incidió de manera decisiva en la situación política y social de toda la Isla.
Los asaltantes no obtuvieron la victoria militar, pero SÍ, indudablemente, un triunfo político importante, ya que con la gesta surgió un movimiento cuya trascendencia fue incuestionable.
Falló el factor sorpresa, pero no la valentía, el amor a la Patria, y la convicción de no aceptar nunca la libertad a cambio de condiciones previas y deshonrosas propuestas por los adversarios. Iniciaba en Cuba una nueva era, que traspasó las fronteras patrias y trascendió a Nuestra América.
Suficientes razones para celebrar
Los históricos sucesos del 26 de Julio constituyeron en su momento un hecho luctuoso por la sangre derramada, en un camino colmado de sacrificios.
Pero después, se convirtió en motivo de regocijo porque con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes se produjo la sentencia de muerte de la opresión neocolonial en la Mayor nación de las Antillas.
Cinco años, cinco meses y cinco días después, se proclamó el triunfo de la Revolución, y finalmente, los cubanos se sacudieron del yugo yanqui.
No es extraño entonces que en Cuba el 26 de Julio de 1953 sea más que una fecha y, coincidiendo con ésta, se celebre cada año el Día de la Rebeldía Nacional. Nuestro pueblo sabe bien la significación de aquellas heroicas acciones. Por eso, para esta Isla irredenta siempre es 26.