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El astrónomo de Dinamarca Tycho Brahe usaba una nariz de cobre

El siglo XVI fue un momento peligroso de la historia para las narices y orejas, e incluso para los labios.

Todos los caballeros llevaban espadas, y aunque no siempre era legal, a menudo resolvían sus diferencias con un duelo, y esas partes del cuerpo con frecuencia sufrían por la defensa del honor.

El excéntrico astrónomo de Dinamarca Tycho Brahe, por ejemplo, usaba una nariz prostética hecha de cobre en el lugar de la que perdió cuando tenía 20 años, en un duelo contra otro noble danés.

Afortunadamente, hacia fines de ese siglo, el arte de la cirugía se había desarrollado al punto que pudo suministrarles narices, orejas y labios artificiales, pero vivientes, a los caballeros, particularmente a los que pasaban por el norte de Italia.

Desde ese entonces, en un libro de la época quedó plasmada la infancia de la cirugía plástica.

Rinoplastia a la italiana

Antes del siglo XVI, los métodos de reparar la nariz dañada en los duelos u otras formas de combate se mantenían como secretos en las familias de cirujanos barberos.

Aunque otros escritores habían discutido aspectos de las operaciones de cirugía plástica, Gaspar Tagliacozzi, profesor de la Universidad de Bolonia, fue el primero en establecer su validez científica y mejorar las técnicas a la luz de los avances.

Además de la rinoplastia, detalló los procedimientos de cirugía reconstructiva para labios y orejas. La operación se hacía en etapas, sin anestesia y tomaba semanas, durante los últimos 20 días, el paciente tenía que permanecer con la palma de una mano fijada con vendas a la parte superior de la cabeza.

Así, un extremo del injerto cubría la parte que requería sanación, en este caso la nariz, y el otro seguía pegado al antebrazo, para mantener la piel nutrida y viva.