Por: Joel García
La Serie Nacional de Béisbol sigue siendo el principal espectáculo sociocultural y deportivo del país, aunque el aficionado la compara una y otra vez con etapas pasadas y los constantes cambios de estructura reciben serias críticas.
El sistema de competencia implementado hace 7 campañas (dos fases, selección de refuerzos y play off) cuenta con una clara raya en su contra: la poca cantidad de partidos en la primera etapa.
Eso hace que más de 300 peloteros y 10 provincias solo tengan béisbol de primera categoría dos meses y medio por año. Una solución al alcance de la mano parece asomarse hacia el futuro.
Temporada regular de 60 o 75 partidos con discusión del título y, posteriormente, una Liga Cubana con refuerzos y diferencia de estímulo monetario para los 6 u 8 equipos.
Mucho más que cambiar
La Serie Nacional de Béisbol tiene más lagunas que transformar. Cada temporada son más los estadios con problemas en las luces y por tanto aumentan los juegos vespertinos y se afecta el entrenamiento y el espectáculo.
Asimismo, peloteros veteranos siguen aferrados a las nóminas para no perder el estipendio que reciben mientras estén en activo. El arbitraje también propicia sombras, aunque mejora algo en comparación con ediciones precedentes.
Como si todo lo anterior fuera poco, el descontrol de los lanzadores continúa siendo una espina clavada, la defensa empeora y los índices de robos de base y jonrones disminuyen en números y protagonistas.
Algo sí hay que reconocer. En medio de este drama, no falta en nuestra Serie la competitividad, la rivalidad y la entrega de sus protagonistas. Como tampoco el público deja de seguirla, incluso con más aficionados en los parques.