Pinar del Río, Cuba . – María Eva Villafáfila Quiñones no recuerda haber vivido una madrugada tan terrible como la del pasado 27 de septiembre, cuando Ian atravesó la provincia más occidental de Cuba.
Residente en la ciudad de Pinar del Río, María Eva todavía se siente abrumada por la tensión que vivió junto a su familia, tratando de no perder sus pertenencias y rezando para que aquellos vientos de más de 200 kilómetros por hora no terminaran por arrancar la puerta de la casa, como le sucedió a otros vecinos.
Fue horrible – dice -; familias cercanas a mi vivienda tuvieron que salir de sus casas porque el huracán los dejó sin techos, y ahí habían personas vulnerables, enfermos, niños pequeños. Uno de cinco años me contó que estaba dormido y cuando lo despertaron vio el cielo oscuro mientras la carita se le mojaba, asegura conmovida ante tanta inocencia.
Confiar en la recuperación
Ni siquiera en el memorable ciclón Flora del pasado siglo, María Eva Villafáfila vio estragos como los que causó el huracán Ian a su querido Pinar del Río.
Describió cómo en la vivienda de Esperanza Pereda penetró por la ventana una vigueta de madera con un cin y se clavó en el interior del techo. A otra vecina le llevó el pestillo de la puerta y sola tuvo que aguantarla con las manos mientras duraron los vientos.
Extensa es la lista de damnificados que María Eva conformó en su zona, como miembro del ejecutivo de su CDR.
Y sobre ello dijo: La recuperación va a ser lenta porque Ian afectó sectores y servicios claves para la población en toda la provincia, así como a miles de familias, total o parcialmente. Tardaremos en recuperar lo perdido, pero, como en otras ocasiones, con ayuda y voluntad saldremos airosos de esta situación.