La Habana, Cuba. – El 2 de julio de 1961, enfermo y deprimido, el escritor norteamericano Ernest Hemingway puso fin a su vida en Ketchum, Idaho, Estados Unidos.
La huella que había dejado en Cuba, desde su primera y breve visita en abril de 1928, había sido, sin embargo, profunda e imborrable.
En nuestro país, Hemingway fue testigo de los gobiernos republicanos, desde el de Gerardo Machado hasta el de Fulgencio Batista. Luego viviría momentos del acontecer revolucionario nacional posterior al triunfal enero de 1959.
La historia recoge que a inicios de la década del 30 era frecuente ver a Hemingway por los mares de la costa norte cubana, de pesquería con algún compañero de aventuras o en las cercanías del hotel Ambos Mundos, en La Habana antigua.
En el Hotel Ambos Mundos y el Bar Floridita
A inicios de la década del 30 del pasado siglo, el escritor norteamericano Ernest Hemingway, hospedado en el hotel Ambos Mundos y asiduo del bar Floridita, presenciaría las manifestaciones populares que finalmente derrocaron al gobierno de Gerardo Machado.
En el Ambos Mundos, Hemingway comenzó a escribir, en 1939, una de sus más famosas novelas: Por quien doblan las campanas. Allí escribió también Nobody Ever dies, el único de sus cuentos que se desarrolla en Cuba.
En el Floridita, bar de La Habana Vieja con el que estableció una empatía inigualable, se celebraría, en 1954, el Premio Nobel de Literatura otorgado a Ernest Hemingway.
En vida del escritor norteamericano fue develado en el Floridita un busto suyo cercano al lugar en el que pasaba las tarde degustando su trago favorito.
En finca Vigía
Luego del deceso de Ernest Hemingway, acontecido el 2 de julio de 1961, su viuda viajaría a La Habana para donar al gobierno revolucionario Finca Vigía, última morada del escritor en Cuba.
Allí, entre continuas idas y regresos, residió Hemingway desde finales de la década del 30 y hasta un año antes de su muerte.
En Finca Vigía realizó su campaña en contra de la Segunda Guerra Mundial, escribió su novela corta El viejo y el mar, tras la que le sería otorgado el Premio Nobel de Literatura, y se casó con Mary Welsh.
Cuando Hemingway arribó a Cuba por última vez, en noviembre de 1959, expresó a la prensa su simpatía por el gobierno revolucionario y en los ocho meses que duró su estancia redactó el reportaje El verano sangriento y concluyó su novela París era una fiesta.