Por: Miguel Gerardo Valdés Pérez
La Habana, Cuba. – Para los forjadores de la identidad y la cultura de sus naciones, ocho décadas de vida no serían suficientes para la materialización de su pensamiento y obra. Por el contrario, si aun, con su presencia física rebasaran la centuria, ese caudal mantendría el ímpetu creativo y transformador característico de los fundadores.
Discípulo y continuador del pensamiento del Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, el Dr. Eusebio Leal Spengler, emprendió, desde los finales de la década del sesenta del siglo XX, acciones de protección y puesta en valor del legado patrimonial cubano.
Siendo un joven soñador y tenaz, pudo vérsele salvaguardar espacios constructivos, piezas arqueológicas o actas capitulares de incalculable valor para comprender e interpretar el proceso de conformación de la nacionalidad cubana.
Su axioma de Proyectar el futuro desde el pasado ha tenido –y tiene- repercusión benéfica no solamente en el Centro Histórico de La Habana. La red de centros patrimoniales es una realidad en no pocas localidades de Cuba y en su esencia subyace, como guía metodológica y espiritual, el pensamiento de Leal.
Pero no solamente hacia esa dimensión patrimonial dirigió sus empeños. Restaurando almas, como bien apunta el audiovisual de La Ceiba -Casa Productora de la Oficina del Historiador de la Ciudad- pone de manifiesto sus desvelos en la protección a la tercera edad, a la maternidad, a los niños de capacidades diferentes, a grupos socialmente vulnerables y a las aulas museos como espacios interactivos para la enseñanza de valores patrios desde los grados primarios.
Su vocación pedagógica no descuidó la necesaria formación de oficios y manualidades en escuelas talleres como recurso para la pervivencia de prácticas culturales que han pasado a formar parte del capital simbólico de la nacionalidad cubana. Y visionario, desde la necesidad de vincular el quehacer de los oficios con la investigación científica, incorporó los estudios de formación superior en el pregrado y posgrado.
Supo integrar e impregnar a su obra educativa -bien fuera constructiva o defensora de la dignidad humana- el halo ético de los elegidos y el don del discurso elegante y emotivo.
El 11 de septiembre del presente 2022, marca el octavo aniversario del natalicio de Eusebio – como, despojado de toda vanidad académica- convocara a llamarle a quienes tuvimos la oportunidad de acompañarle en sus proyectos docentes-.
Insuficiente siempre será cualquier semblanza o reseña de su incansable andar por las calles de La Habana; aunque obligado compromiso será no olvidarlo, comunicarlo y perpetuarlo, más allá de la palabra o del recuerdo de los hombres, como expresara la poetisa Fina García Marruz, en el imperecedero legado a la ciudad que tanto amó y dignificó.