
Las cifras de contagios disminuyen y todo parece indicar que será posible contener la propagación del virus devastador, después de tantos meses de angustia. La vida vuelve poco a poco a las calles, pero hay que medir bien los pasos.
Las vacunas hacen su trabajo…pero por sí solas no pueden. Hay que ayudarlas, con responsabilidad personal y colectiva para evitar riesgos y errores, pues -como insisten las autoridades- no puede bajarse la guardia con relajamientos en la conducta.
Optimismo responsable
El escenario epidemiológico actual en Cuba muestra signos más favorables, aunque persisten indicadores que deben mejorar mucho más.
En la capital, por ejemplo, que llegó a ser epicentro del contagio del coronavirus, ya se flexibilizan ciertas restricciones, como el acceso a playas, la movilidad en un horario extendido, la estancia en áreas del Malecón, la apertura de establecimientos gastronómicos, la incorporación de algunos alumnos a las aulas.
Pero la advertencia es clara: debe mantenerse la percepción de riesgo. Que el optimismo sea responsable, y prevalezca el sentido común. Hay que acatar las regulaciones sociales y sanitarias en cuanto al uso del nasobuco, el distanciamiento físico, la higiene de las manos, las limitaciones de aforo, la ventilación de los locales.
La alianza entre vacunas y disciplina es indispensable para vencer a la Covid-19.