Este 25 de julio celebramos 41 años de la primera medalla de oro olímpica de Alberto Juantorena, en la cita de Montreal, Canadá.
Todavía muchos en Cuba recuerdan la narración de aquella carrera final de 800 metros planos: “Ahí viene Juantorena con el corazón, viene Juantorena de Cuba”, concluyó casi sin voz el comentarista de la televisión, Héctor Rodríguez.
Por supuesto, aquella primera corona de nuestra delegación en los Juegos Olímpicos de 1976 significó no solo la consagración de unos de los grandes del atletismo mundial de todos los tiempos, sino la apertura de una hazaña jamás repetida en estas lides.
Tres días más tarde, Juantorena se alistó en los 400 metros, y su título dejó escrito su nombre con letras doradas para la historia.
Un símbolo para el presente y futuro
La vida deportiva de Alberto Juantorena tuvo aquel 25 de julio de 1976 una expresión dorada en medio de sus incontables premios.
Desde entonces se convirtió en símbolo del deporte cubano. La heroicidad del doblón olímpico no le quitó su acento santiaguero ni su extrema sencillez cuando hablaba de su segundo padre, el entrenador polaco Zigmunt Zabierzowski, máximo responsable de aquellos triunfos.
Aquella señal de victoria que describieron sus manos en la meta le dieron la vuelta al mundo, cual sello inconfundible de la revolución deportiva que experimentaba la Isla en esos tiempos.
Luego vendrían más nominaciones como mejor atleta del mundo, en tanto su relevo de leyenda en los Juegos Centrocaribes de La Habana en 1982 emociona aún al verlo. ¡Felicidades campeón!