La Habana, Cuba. – Uno de los salones del Museo Nacional de Artes Decorativas está presentando la exposición “Una de cada clase. El arte de poner la mesa”, otra opción que brinda esta institución para el disfrute estético y el conocimiento.
Desde tiempos inmemorables el acto de sentarse alrededor de la mesa implicaba gran ceremonia y solemnidad, debido a que en ese sitio se resolvían los principales asuntos de la vida. Sentados a la mesa se declaraba la guerra o se firmaba la paz, se conveniaban matrimonios, se festejaban los nacimientos y se homenajeaba a los difuntos. Para esto era necesaria la disposición de utensilios que estuvieran a la altura de tan importantes acontecimientos, puestos en función de la comida, tanto como de las celebraciones.
Con los más disimiles materiales y manifestaciones se crearon los elementos necesarios para comer. Desde cuencos y jarras de barro, madera o cerámica, hasta la plata o el acero inoxidable. A partir del siglo XVIII, con Meissen, se comienzan a realizar servicios completos, práctica que devino moda. La belleza y resistencia de la porcelana de pasta dura se pusieron en función de agrupar coherentemente la multiplicidad de elementos que se disponían para montar la mesa.
Este museo atesora una valiosa colección de vajillas que bien testimonian su uso y función primaria. En esta exposición confluyen disimiles servicios, muchos de ellos diseñados expresamente para la familia encargante.
Una invitación a la confluencia y la contemplación, a la concurrencia de la belleza y la historia que cada pieza comporta.