La Habana, Cuba. – Si el espacio dedicado a la música de conciertos en la Casa de las Tejas Verdes, no llevara por nombre “Conciertos de Excelencia”, habría que ponérselo. La función celebrada el jueves 25 de enero es un claro ejemplo de eso. La invitación esta vez recayó en el pianista, compositor y arreglista guantanamero Ernesto Oliva Figueredo. Un joven que va marcando con mucha fuerza el pentagrama musical cubano contemporáneo.
Ernesto Oliva comenzó desde bien pequeño en el mundo musical. Su padre, el reconocido trovador Josué Oliva Matos, le componía piezas para que las cantara en los festivales infantiles. El siguiente paso fueron sus estudios en la escuela elemental de arte Regino Eladio Botien la especialidad de piano. Posteriormente, transitó a la escuela profesional de música José María Ochoa en Holguín y después a la Universidad de las Artes en La Habana. En esa etapa universitaria inició sus estudios de composición. Ya para ese entonces ha sido acreedor de varios premios por su obra musical.
Es de destacar que el músico lleva consigo a su tierra, Guantánamo, lo cual se aprecia en los títulos de sus piezas, en los motivos que las inspiran y en los comentarios que intercala entre las ejecuciones. El compositor dinamita las fronteras entre las llamadas música culta y popular, solo queda música. Eso sí, buena, muy buena música. Los títulos de sus piezas ejemplifican que es un joven que no olvida sus raíces, algo que habla muy bien de él como ser humano: Café changüiao, Trillo al Guaso, Maní con cacao, Kiribañíngo, Sonengueao y otros.
El intérprete establece una atmósfera muy agradable en sus conciertos, comenta detalles de cada pieza, explica las características de los géneros musicales de su zona natal, habla sobre las motivaciones que tuvo en el proceso de creación de sus obras y otras pinceladas de interés. Eso es algo que el público no especializado agradece y que deberían imitar otros muchos ejecutantes. Se debe reconocer que este joven además de ser un destacado músico, es muy buen comunicador. Hablando en buen cubano, se mete al auditorio en un bolsillo.
Sus composiciones constituyen un verdadero ajiaco musical. Están presentes los géneros típicos del Alto Oriente Cubano, Guantánamo, como son el nengón, el kiribá y el changüí, pero mezclados con la tumba francesa, también presente en Santiago de Cuba, el son, el danzón y otros muchos. El resultado es una sonoridad espectacular, que uno desea que no termine.
Ojalá este compositor y ejecutante contara con un espacio propio para sus presentaciones de manera estable, y las de su cuarteto. El público y la cultura cubana lo agradecerían y lo necesitan. Aquí termino, ah y recuerden, si me ven por ahí me saludan.