La danza es el lenguaje oculto del alma. Martha Graham
La Habana, Cuba. – Los dos últimos fines de semana del mes de marzo, la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba sirvió de sede a una temporada del Ballet Nacional de Cuba, con la interpretación de una obra cumbre del Romanticismo danzario, Giselle, la cual es una de las más representadas por la compañía. Con coreografía de Alicia Alonso, sobre el original de Julles Perrot y Jen Coralli, la obra se inspira en una leyenda popular alemana recogida por el escritor Heinrich Hiene.
La historia del primer acto se ubica en la época de la vendimia, en un lugar de la Europa Central. Giselle, joven campesina, está enamorada y es correspondida por Loys, a quien ella supone un aldeano, pero que es en realidad Albrecht, Duque de Silesia, que se hace pasar por un campesino para obtener su amor. Hilarión, el guardabosque, también está enamorado de Giselle, pero es rechazado por ella, que le confiesa que su amor pertenece a Loys. Hilarión riñe con este, sospecha de él y jura tomar venganza. Giselle baila a pesar de su salud delicada y es sorprendida por su madre, quien expresa sus temores de que al troncharse prematuramente la vida de su hija, esta llegue a convertirse en una wili, las habitantes nocturnas de los bosques, almas en pena de jóvenes que han muerto antes de sus bodas. Durante una cacería organizada por la corte, llega casualmente al lugar el séquito del Príncipe de Courtland con su hija Bathilde, que es la prometida de Albrecht. Bathilde queda impresionada por el encanto y la inocencia de Giselle.
Los aldeanos festejan la conclusión de la cosecha y coronan a Giselle como la reina de la vendimia. En medio del baile y la alegría irrumpe Hilarión, que ya ha descubierto el engaño de Albrecht, aprovecha la presencia del Príncipe de Courtland y desenmascara al joven Duque. Giselle, desesperada, pierde la razón y muere.
El segundo acto comienza en la tumba de Giselle en el bosque. Hilarión acudió al lugar, a donde llegan varios campesinos. Comienzan a jugar y tratan de incorporar a Hilarión al grupo, pero éste se niega, sumido en su dolor. Es medianoche y las wilis, que han abandonado sus sepulcros en busca de hombres para hacerlos danzar hasta morir, aparecen en el lugar: y Myrtha, reina del grupo, inicia a Giselle en su macabra fraternidad. Albrecht visita la tumba de Giselle y suplica perdón por el engaño. Hilarión es víctima de los espectros y la vengativa Myrtha ordena a Giselle que también atraiga al joven Duque a una danza mortal, pero ella, cuyo amor por Albrecht se mantiene más allá de la muerte, trata de salvarlo. Amanece. Las wilis deben desaparecer, y Giselle retornar a su tumba. Albrecht, salvado por el profundo amor de Giselle, queda junto al sepulcro llorando para siempre la ausencia de su amada.
Los papeles principales fueron defendidos por las primeras figuras de la compañía: SadaIse Arencibia, Anette Delgado, Gretel Morejón, Viengsay Valdés y Dani Hernádez, Ernesto Díaz y Yankiel Hernández. También representaron papeles principales: Gabriela Druyet, Estefanía Hernández, Alianed Moreno y Chavela Riera.
El Ballet Nacional de Cuba, pese a las dificultades, no se amilana y mantiene su desarrollo, con lo cual ofrece la posibilidad a sus integrantes de que asuman papeles protagónicos. Larga vida a este patrimonio de la cultura cubana
Jornadas como esta ratifican que la cultura salva.