La Habana, Cuba. – Las paredes del Oratorio de San Felipe Neri en La Habana Vieja, vibraron pasadas las 4 de la tarde del sábado 27 de enero, con unos acordes que no necesitan presentación. En mi opinión, hay tres obras de la música de concierto que se identifican rápidamente con solo escuchar sus primeras notas: la quinta y la novena sinfonías de Beethoven y la 40 de Mozart. Basta con mencionarlas y ya se sabe de qué se habla. Y con la Sinfonía número 40 de Mozart comenzó el homenaje por el aniversario XV de la fundación del Lyceum Mozartiano de La Habana y la Orquesta del Lyceum de La Habana.
El homenaje se inició con la intervención del maestro Ulises Hernández, quien tuvo la idea primigenia de este proyecto. Hizo referencia los comienzos de la obra realizada y a lo que queda por hacer. Se recordó a quién asumió la idea y la apoyó hata su materialización, el historiador de La Habana Eusebio Leal Spengler. Tambien se reconoció la colaboración de la Universidad de las Artes, la Fundación Mozarteum de Salzburgo, Austria y la Academia Balthasar Neumann, para llevar a buen término esta iniciativa.
Posteriormente una directiva de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, se sumó al jubileo, y dio la valoración institucional de este proyecto. Para culminar esa parte, el maestro José Antonio Méndez Padrón, director de la Orquesta del Lyceum de La Habana habló de la Orquesta, de lo que se ha hecho y lo que se está haciendo, mientras, en un bello gesto, reconoció el trabajo de las únicas tres fundadoras aun presentes en la agrupación.
Este proyecto no solo desborda el estudio y la divulgación de la música del genio austriaco, también realizan trabajo comunitario con los niños del entorno, con los cuales crearon el Centro Sinfónico infantil, donde se les inculca el amor por la música. Según escribió su director Ulises Hernández en el programa, “empezamos el 2024 con nuevas ideas, experiencias y visiones para proyectos más abarcadores dentro de la proyección del Lyceum, para solidificar nuestro trabajo”.
En el concierto se interpretó, como ya había adelantado, la sinfonía número 40 de Wolfang Amadeus Mozart, el aria de la ópera ¿Ch´io mi scordi di te?, con la soprano Samantha Correa y la pianista Karla Martínez como solistas. La función se cerró con el concierto para piano número 3 de Ludwig van Beethoven. Un espectáculo de lujo para los que tuvimos la oportunidad de asistir a esa sala abarrotada de público. Merecen una mención la orquesta, las dos solistas y su carismático director, José Antonio Méndez Padrón. El publicó agradeció, disfrutó y aplaudió a esta institución que es un orgullo de la cultura cubana.
Aquí termino, y ya sabe, si me ve por ahí, me saluda.