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La Habana, Cuba. – Al rebasar el medio siglo de su llegada al mundo, el fuego de la creación en Carlos Acosta no solo permanece intacto, sino que cobra nueva vida tanto en su patria, donde la compañía de danza que fundó y dirige no cesa de avanzar, como en Gran Bretaña, nación donde se consagró artísticamente y que celebra, esta semana, el cumpleaños del aún joven maestro, en el escenario de sus mayores éxitos, la sala principal de la Royal Opera House, de Londres.

Aunque en 2016 se despidió de su carrera como bailarín, volvió ahora, excepcionalmente, sobre sus pasos, para corresponder al gesto de sus compañeros del Royal Ballet, la compañía de Birmingham bajo sus riendas, y la cubana Acosta Danza, conjugadas para homenajearlo en jornadas que comenzaron el miércoles 26, y se extenderán hasta mañana.

Un dato revelador del respeto y la admiración del público inglés hacia Acosta: para las funciones de sábado y domingo, las entradas al Covent Garden están agotadas.

La crítica resaltó el carisma y el oficio del cubano en su regreso a las tablas y, de manera muy especial, el legado apreciable en su maestría interpretativa, evidente en el Apollo, de George Balanchine, junto a Marianela Núñez, primera bailarina del Royal Ballet, con quien electrizó al público, al revisitar un pas de deux de El lago de los cisnes. No pocos recordaron la primera vez que Acosta asumió Apollo, en 2007, con Darcey Bussell, un hito en la historia del Royal Ballet, y hubo quien se remontó al extraordinario performance de esa pareja en el Réquiem, de Kenneth MacMillian en 2004.

Para la Núñez, gratitud entrañable. El cubano dejó testimonio con estas palabras: «Volver a la Royal Opera House, etapa llena de tantos recuerdos maravillosos, y reencontrarme con mi vieja compañera de baile y querida amiga Marianela Núñez, es un privilegio particular».

Su liderazgo va dejando huellas en el desempeño del Royal Ballet de Birmingham, apreciable en las ejecuciones de Celine Gittens, Lucy Waine, Brandon Laurence y Yaoqyan Shang, este último a dúo con el cubano Jesús Corrales, en la pieza End of Time, del veterano coreógrafo Ben Stevenson. De igual modo, los asistentes a la primera función prodigaron elogios hacia los jóvenes de la compañía Acosta Danza, proyecto artístico y pedagógico en pleno crecimiento y consolidación.

El bailarín y coreógrafo, que en cada función sacó a relucir su filiación identitaria con pasajes de Tocororo, adelantó noticias: «Estoy muy contento de anunciar que el Acosta Dance Center, en el sureste de Londres, abrirá en septiembre. Situado en Woolwich Works, será un espacio para profesionales creativos y apasionados entusiastas de la danza».

Y como para seguir alentado nuevas propuestas, está abierta la convocatoria de la beca coreográfica internacional Carlos Acosta, que se concederá en 2024.

Tomado del sitio Web de la UNEAC