Holguín, Cuba. – Auguraba el historiador holguinero García Castañeda, al versionar a su antecesor Diego Ávila y Delmonte para suprimir errores, según dijo, que su municipalidad podría presumir de una curiosa historia.
La ilustre ciudad de San Isidoro de Holguín arribaba a esa condición hace 270 años, tras un decreto del Rey que delegaba la orden al gobernador de Santiago de Cuba, Alonso de Arcos y Moreno.
Casi un año demoró en cumplir la encomienda, tras la hospitalidad lugareña, que tan áurea y generosa sería cuando les dio a escoger el título entre pueblo, villa o ciudad, mientras los anfitriones cumplían a su gusto la Real voluntad.
Así pocos dudarían que la estirpe heredera del Capitán García, Holguín era digna de su Título de Ciudad y Tenencia de Gobierno, pese a contar entonces con solo un millar de pobladores blancos, 100 esclavos negros y 200 casas de madera y embarrado.
Título de Ciudad
Cuando Holguín fue proclamada ciudad, el 18 de enero hace 270 años, nadie dijo que el poder colonial quitaba fuerza así al cabildo de Bayamo, cuya jurisdicción abarcaba la región y eran notorios sus bríos independentistas.
De manera que entre dudosos orígenes como hato en 1545, el hilarante cambio de sitio por una plaga de bibijaguas y la asunción como pueblo amén de su primera misa, en 1720, la urbe del cerro Bayado tejió su historia entre los ríos Jigüe y Marañón.
Tiempo de sentar pautas en las epopeyas por la independencia y la liberación de las metrópolis española y norteamericana, con la espada de Calixto García en la diestra.
Como de escribir ilustres páginas en la cultura cubana de las artes, las letras, el deporte, las ciencias, y la política, desde sus paraninfos académicos, sus fábricas y sus calles rectas también.