Holguín, Cuba. – La gran mayoría de los cubanos vinieron al mundo después que el presidente de Estados Unidos, John Kennedy, firmara la orden que oficializó el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, hace hoy 60 años, para aniquilar la voluntad soberana de su pueblo.
Pero antes del edicto, a inicios de 1960, los trabajadores del Níquel fueron los primeros afectados por el bloqueo, cuando la Moa Bay Mining Company paralizó sus labores y desempleó al personal.
Meses después las compañías TEXACO, ESSO y SHELL cortaron primero el suministro de petróleo y se negaron después a procesar el crudo adquirido a la Unión Soviética, aun sin vínculos con la Isla.
En ese año e inicios del siguiente, antes de romper sus relaciones, Washington eliminó la cuota azucarera en el mercado norteamericano, prohibió las exportaciones e impidió a sus ciudadanos viajar a Cuba.
Genocidio fracasado
Con pretextos volubles, el gobierno yanqui sostiene e intensifica su política coercitiva contra nuestro país, mientras el mundo la condena e insta a eliminarla, al tiempo que voces norteñas admiten el desatino.
Fracasado en sus fines y sin visión de éxito futuro, el bloqueo es repudiado por nuestro pueblo, que conoce su impacto en la salud, educación, construcción de viviendas e infraestructura, el turismo y demás actividades económicas.
A la política anticubana, el imperio sumó desde siempre una colosal maniobra mediática descrita desde hace 60 años por el periodista Herbert Mathews, del New York Times, al revelar cuán pesimamente manejadas y mal interpretadas están las noticias sobre Cuba.
Biotecnologías, turismo, salud, educación, creación artística, preseas olímpicas y participación democrática, emergen como signos de una victoria cubana contra los demonios del bloqueo.