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La Habana, Cuba. – Veinticuatro horas estuvo el poeta y dramaturgo ruso Vladimir Vladímirovich Maiakovski en La Habana, durante la escala del vapor francés España, el cuatro de julio de 1925, para seguir a Veracruz, México.

Fue su primer contacto con tierras caribeñas y latinoamericanas, venía en primera clase y caminó la cuidad en solitario; luego, escribió que el verano criollo era insufrible, calificó al puerto habanero de blanco y a la lluvia tropical como chorro poderoso de agua con su poquito de aire.

Por primera vez probó aguacate, plátanos verdes y mango, y en alegoría a la sociedad percibida, dividida por razas y riquezas, escribió el poema Black and White.

Vladimir Maiakovski aún no era tan conocido en la Isla; a su muerte, cinco años después, el periodista José Antonio Fernández de Castro publicó en la Revista de La Habana unas notas sobre el poeta.

Sobre La Habana

Vladimir Maiakovski fue el gran poeta de alcance político y humano; nacido el siete de julio de 1893 en el Caúcaso, su nombre significa “dueño del mundo”.

De su breve visita a Cuba dejó impresiones en un diario revelador; por ejemplo, dice que en la mañana llegaron fritos, asados y hervidos al blanco puerto de La Habana, rocosa y edificada, y que era una ciudad de paz, sumamente rica y limpia.

Habla de almacenes, sucias tabernas, bodegas, casas públicas y frutas podridas, y del torrencial aguacero anota que se salvó en un enorme almacén de dos pisos, repleto de whisky.

Apuntó que en el entorno del puerto estaba el club norteamericano de diez pisos de Ford y Kley and Boock, y reflexiona que son los primeros síntomas del poderío de Estados Unidos sobre las Américas; también elogió la magnificencia del cementerio de Colón.