Pinar del Río, Cuba. – En 1961, en plena crisis de los misiles, el Comandante Ernesto Che Guevara decidió ubicar su puesto de mando en la Cueva de los Portales, actual municipio pinareño de La Palma.
Muchos de los que compartieron con él aquella cueva, fueron testigos de su pasión por la lectura y las prácticas de tiro, de cuyas huellas aún se aprecian los impactos en rocas y palmas.
Fue así como el Che se acercó hasta las serranías de Vueltabajo y luego, como ministro de Industrias, compartió con los trabajadores de las Minas de Matahambre y la Planta de Sulfometales, interesado por el desarrollo económico social de la zona.
Años después, anduvo el lomerío en la Cordillera de Guaniguanico y lo escogió como escenario de prácticas para la tropa que le acompañó a Bolivia en aquella honrosa misión internacionalista.
Ejemplo y virtud entre las rocas
El Comandante Ernesto Che Guevara fue un eterno enamorado de las montañas de Pinar del Río, por eso muchos de los que tuvieron la oportunidad de compartir con él durante aquellos días, en las serranías vueltabajeras, marcaron los lugares que frecuentó.
Allí parece como si la canción de Carlos Puebla, envuelta por el viento, trajera de lejos el eco de sus acordes, para dejarse escuchar: Aprendimos a quererte, desde la histórica altura, donde el sol de tu bravura, le puso cerco a la muerte. Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia, Comandante Che Guevara.
Ese paradigma de hombre emancipador y antimperialista cabalga diario por las montañas de Pinar del Río, donde los integrantes de la Organización de Pioneros José Martí le rinden homenaje a un hombre todo virtud y ejemplo entre las rocas.