Por: Ernesto Villegas Poljak
El asedio a Venezuela no es solo económico y militar: lo es también cultural. Las mal llamadas sanciones o medidas coercitivas unilaterales, vendidas inicialmente como circunscritas a un puñado de individuos, golpean al patrimonio cultural venezolano en forma integral y son una afrenta a la venezolanidad.
¿Exagero? He aquí un ejemplo en desarrollo: más de 100 películas del cine venezolano fueron puestas en línea para su acceso universal vía streaming desde cualquier parte del mundo, una iniciativa que merece el reconocimiento y aplauso de todos los venezolanos y en general de los amantes del séptimo arte de todo el planeta.
La guía de acceso libre, lanzada por el Grupo Últimas Noticias, coloca esa parte del patrimonio fílmico venezolano a la distancia de un click. Sin embargo, el asedio a Venezuela, en su variante tecnológica y cultural, coloca obstáculos tecnológicos para la difusión de nuestra cinematografía, componente fundamental de la soberanía cultural.
En este caso, el bloqueo es reportado desde la hermana República Oriental del Uruguay, donde usuarios de internet han hecho llegar su queja por la imposibilidad de acceso a la guía cinematográfica con el centenar de películas venezolanas.
Soberanía e identidad en todos los rincones
Para mayor agravio, el mensaje que les aparece cuando intentan ingresar es lacónico: “país bloqueado”. Un botón de muestra sobre el indignante asedio dirigido no solo contra las instituciones del país, sino contra la venezolanidad toda.
Tal como existe una Convención internacional para la protección del patrimonio cultural en tiempos de conflicto armado debería existir otra que lo proteja en conflictos no convencionales, como el que se despliega contra Venezuela desde hace ya demasiado tiempo.
Mientras no exista, nos toca denunciar esta variante del bloqueo y la persecución, y redoblar los esfuerzos por una cinematografía que robustezca nuestra soberanía e identidad en todos los rincones del planeta.