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La Habana, Cuba.- Compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical, al alemán Wilhelm Richard Wagner se le identifica como renovador de la ópera y creador del drama musical.

En su obra están relacionadas las implicaciones psicológicas, filosóficas y políticas, insertadas a una dramaturgia calificada de perfecta y donde sobresalen la textura contrapuntística, la armonía, orquestación y empleo de temas musicales conectados a caracteres y especificidades de la trama.

Rompiendo con la ópera tradicional, en sus propuestas las voces se incorporan como un instrumento más, fundidas armónicamente con la orquesta.

Nacido en Leipzig, Alemania, el 22 de mayo de 1813, Richard Wagner impulsó la llamada obra de arte total, integración de música, poesía, drama y lo visual, una proyección revolucionaria que encumbró la ópera al arte holístico.

Obra peligrosa

El escritor alemán Thomas Mann definió la ópera Tristán e Isolda, de Richard Wagner, como su obra más destacada y peligrosa; otros críticos la ubican como punto de inicio de la música académica contemporánea y la producción musical más trascendental del siglo XIX.

Sobre ella se dice que rompe con las leyes que pautaban la armonía para contar una historia de pasiones extremas y se le pondera como 50 años adelantada a su época, dado su cromatismo, disonancias, inusual color y armonía orquestales y el uso de la polifonía.

A propósito de Tristán e Isolda, en Israel, donde se rechaza al autor por sus ideas antisemitas, en el año 2001 la presentación del preludio fue muy polémica.

La pieza monumental de Wagner, fallecido a los 70 años, en Venecia, es la tetralogía El Anillo de los Nibelungos, cuatro óperas en las que ofrece filosofía y dolor.