La Habana, Cuba. – Marie Anne Pierrette Paulze, nace en Montbrison, Francia, el 20 de enero de 1758, es conocida como Marie Lavoisier y considerada como «la madre de la química moderna». Marie Lavoisier ha sido frecuentemente mencionada en su papel de esposa del científico Antoine Lavoisier, aunque son menos difundidos sus logros científicos en la química.
A la edad de tres años, se quedó huérfana de madre, Claudine Thoynet Paulze. Su padre, Jacques Villee, abogado parlamentario y financiero, la envió a un convento donde recibió su educación. Con casi catorce años fue pedida en matrimonio por el Conde de Amerval, que la triplicaba en edad. Su padre intentó oponerse, pero fue amenazado con perder su empleo si rehusaba, debido a lo cual consultó con uno de sus colegas, si no estaría dispuesto a casarse con su hija. Antoine Lavoisier, tenía 28 años, y era noble, abogado, economista y químico. Se casaron el 16 de diciembre de 1771. Marie-Anne asistía a Lavoisier en el laboratorio durante el día, anotando observaciones en el libro de notas y dibujando diagramas de sus diseños experimentales. Los estudios que realizó con el pintor Jacques-Louis David le permitieron dibujar con precisión los aparatos del laboratorio, algo que finalmente resultó de gran utilidad cuando se buscó entender los métodos y resultados de Lavoisier. Madame Lavoisier fue también la organizadora y editora de los informes.
Los esposos Lavoisier rehicieron el campo de la química que, habiendo tenido sus raíces en la alquimia se había convertido en un saber dominado por la noción de flogisto difundida por Georg Stahl. En el siglo XVIII la idea del flogisto (un elemento similar al fuego que se libera durante la combustión) fue usada para describir las propiedades aparentes de los cambios que la materia experimentaba cuando se quemaba. Debido a su dominio del inglés, latín y francés, Marie-Anne, realizó traducciones de varios trabajos sobre flogisto para que su esposo los leyera. Probablemente su traducción más importante haya sido el Ensayo sobre Flogisto de Richard Kirwan, traducido y a la vez criticado por Madame Lavoisier, con notas al pie en la que puntualizaba los errores químicos del trabajo. También tradujo obras de Joseph Priestley, Henry Cavendish y otros investigadores, que resultaron un aporte invalorable para Lavoisier. En el caso del flogisto, fue la traducción de Marie-Anne la que lo llevó a la convicción de que la hipótesis era incorrecta, lo que a su vez lo orientó en sus estudios sobre la combustión y su descubrimiento del gas oxígeno.
Marie-Ann Pierretti Paulze, muere 10 de febrero de 1836.