El médico y alquimista germano-suizo Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, conocido como Paracelso, nació el 11 de noviembre o el 17 de diciembre de 1493 en Einsiedeln, Suiza. Estableció el papel de la química en la medicina. Fue conocido porque se creía que había logrado la transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquímicos y por haberle dado al zinc su nombre, llamándolo zincum.
Es considerado a veces como el “padre de la toxicología” con su célebre frase dosis sola facit venenum, es decir, “solo la dosis hace al veneno”, máxima de la disciplina. El nombre Paracelso (Paracelsus, en latín), que escogió para sí mismo y por el que es generalmente conocido, significa “igual o semejante a Celso”, un médico romano del siglo I. Su incesante búsqueda de lo nuevo y su oposición a la tradición y los remedios heredados de tiempos antiguos le postulan como un médico moderno, adelantado a sus contemporáneos. En cambio, en su concepción del misticismo y la astrología se podría decir que mantuvo una postura inmovilista sobre los conceptos más arcaicos. Discrepaba con la idea que entonces tenían los médicos de que la cirugía era una actividad marginal relegada a los barberos.
Paracelso de joven aprendió sobre los metales que “crecen” en la tierra, observó las transformaciones de los componentes metálicos en las tinas de fundición y tal vez se preguntó acerca de la transmutación del plomo en oro, una conversión que los alquimistas de la época creían posible. Esas experiencias dieron a Paracelso conocimientos sobre la metalurgia y la química, que probablemente sentaron las bases de sus notables descubrimientos posteriores en el campo de la quimioterapia.
En 1507, Paracelso se unió a los muchos jóvenes errantes que viajaron por toda Europa a finales de la Edad Media, buscando profesores famosos en una universidad tras otra. Se dice que asistió a los 16 años a las universidades de Basilea, Tubinga, Viena, Wittenberg, Leipzig, Heidelberg y Colonia durante los siguientes cinco años, pero quedó decepcionado con todas ellas. Se doctoró en la Universidad de Ferrara. Más tarde escribió que se preguntaba cómo “las universidades superiores lograron producir tantos culos altos”, una típica burla paracelsiana.
En 1530, Paracelso escribió una descripción clínica de la sífilis, en la que sostenía que la enfermedad podía tratarse con éxito mediante dosis cuidadosamente medidas de compuestos de mercurio administrados internamente. Afirmó que la “enfermedad de los mineros” (silicosis) resultaba de la inhalación de vapores metálicos y no era un castigo por el pecado administrado por los espíritus de la montaña. Fue el primero en declarar que, si se administra en pequeñas dosis, “lo que enferma al hombre también lo cura”, una anticipación de la práctica moderna de la homeopatía. Se dice que Paracelso curó a muchas personas en la ciudad de Stertzing, azotada por la peste, en el verano de 1534, administrándoles por vía oral una pastilla hecha de pan que contenía una pequeña cantidad de los excrementos del paciente que había extraído con la punta de una aguja. Publicó el Gran libro de cirugía en 1536.
Paracelso estudió y descubrió las características de muchas enfermedades (sífilis y bocio entre otras). Fue el primero en relacionar el bocio con los minerales, especialmente el plomo, presentes en el agua potable. Produjo remedios o medicamentos con la ayuda de los minerales para destinarlos a la lucha del cuerpo contra la enfermedad. Otro aporte a la medicina moderna fue la introducción del término sinovial; de allí el líquido sinovial, que lubrica las articulaciones. Utilizó el azufre y el mercurio para enfrentar enfermedades. Fue además el primero en identificar una enfermedad producida por el trabajo.
Preparó y utilizó nuevos remedios químicos, entre ellos los que contenían mercurio, azufre, hierro y sulfato de cobre, uniendo así la medicina con la química, como indica la primera Farmacopea de Londres, de 1618. De hecho, Paracelso contribuyó sustancialmente al surgimiento de la medicina moderna, incluido el tratamiento psiquiátrico. El psicólogo suizo Carl Jung escribió sobre él que “vemos en Paracelso no sólo a un pionero en los dominios de la medicina química, sino también en los de una ciencia empírica de curación psicológica”.
A pesar de que se ganó bastantes enemigos y obtuvo fama de mago, contribuyó en gran manera a que la medicina siguiera un camino más científico y se alejase de las teorías de los escolásticos. También aportó datos alquímicos. A Paracelso se le atribuye la idea de que los cuatro elementos (tierra, fuego, aire y agua) pertenecían a criaturas fantásticas que existían antes del mundo. Así pues, la tierra pertenecería a los gnomos, el agua a las nereidas (ninfas acuáticas), el aire a los silfos (espíritus del viento) y el fuego a las salamandras (hadas de fuego).
Igualmente, Paracelso aceptó los temperamentos galénicos y los asoció a los cuatro sabores fundamentales. Esa asociación tuvo tal difusión en su época que aún hoy en día, en lenguaje coloquial, nos referimos a un carácter dulce (tranquilo, flemático), amargo (colérico), salado (sanguíneo, dicharachero) y el carácter ácido pertenecería al temperamento melancólico.
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, conocido como Paracelso, murió el 24 de septiembre de 1541, a los 47 años, en Salzburgo, Arzobispado de Salzburgo, hoy Austria].
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