Washington, EE.UU. – Una jornada violenta sacudió a los Estados Unidos este domingo 28 de septiembre, con dos tiroteos masivos que dejaron un saldo de cinco personas muertas y más de una docena de heridas en Michigan y Carolina del Norte.
La gravedad de los ataques, uno ocurrido en una iglesia y otro en un bar costero, puso en evidencia la endémica crisis de violencia armada que azota al país y que coexiste con una escalada de la militarización interna ordenada por el Gobierno de Donald Trump.
Míchigan: Asalto a una iglesia deja 3 víctimas mortales, incluido el sospechoso
El tiroteo en Míchigan se confirmó como un asalto de gran violencia en un lugar de culto. La policía del municipio de Grand Blanc anunció que la cifra de víctimas mortales se elevó a cuatro personas, las cuales fallecieron en el hospital, mientras que otras nueve resultaron heridas. El principal sospechoso del tiroteo fue abatido en la escena.
Como principal sospechoso del ataque ha sido identificado Thomas Jacob Sanford, de 40 años, quien primero embistió con su vehículo las puertas principales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, para luego salir y abrir fuego con un «rifle de asalto» contra los fieles y prender fuego deliberadamente al recinto.
El atacante fue abatido por dos agentes de policía. El jefe de los uniformados, William Renye, lo consideró como una acción crucial para evitar una masacre mayor. Informan que la iglesia ha dispuesto servicios de la Cruz Roja y asesoramiento psicológico para las víctimas y sus familiares.
Carolina del Norte: Un hombre dispara contra una reunión de personas y deja tres muertos y 8 heridos
Simultáneamente, la tranquilidad nocturna de la costa de Carolina del Norte fue rota por un ataque que dejó tres muertos y cinco heridos. El sospechoso, identificado como Nigel Edge —de 40 años y residente de Oak Island— disparó desde una pequeña embarcación contra una multitud reunida en un bar frente al mar, ocasionando tres muertos y al menos 8 personas heridas.
El jefe de policía, Todd Coring, afirmó que la ubicación fue el «objetivo» del ataque. Edge fue capturado por la Guardia Costera media hora después. Coring indicó que el tirador era conocido por la policía local y que había presentado demandas contra la ciudad, así como se identifica como un veterano de guerra que sufrió lesiones en acto de servicio y sufre trastorno de estrés postraumático.
Más allá de la ubicación geográfica en que ocurren estos hechos y los móviles inmediatos de sus ejecutores, ambos tiroteos convergen como síntomas de la relación directa entre facilidad de acceso a armas de alto poder y actos violentos de este tipo, así como expresan la normalización de la violencia extrema en Estados Unidos.
El ataque en la iglesia de Míchigan fue rápidamente instrumentalizado por el presidente Donald Trump en redes sociales, quien lo catalogó como un ataque «dirigido contra cristianos», buscando polarizarlo solo como un acto de violencia extremista, sin hacer mención alguna a políticas de control de uso de armas o alguna solución efectiva que posibilite reducir a cero estos tiroteos.
Administración Trump: Entre armas, violencia y militarización
Estos eventos de violencia armada se desarrollan en un ambiente de creciente represión estatal. El presidente Trump, en lugar de enfocarse en la regulación de armas o la seguridad pública, optó por ordenar la militarización de varios estados en respuesta a la protesta civil.
Recientemente, el mandatario ordenó el envío de tropas a la ciudad de Portland, Oregón, autorizando el uso de la fuerza contra la población civil supuestamente para «proteger» instalaciones de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que considera bajo «asedio» de «terroristas internos». Continuamente, el mandatario ha optado por enfrentar las protestas antiredadas migratorias con discriminalización y acusaciones de terrorismo.
La orden de enviar tropas a Portland y otras ciudades gobernadas por demócratas, a pesar de la fuerte oposición de la gobernadora de Oregón, Tina Kotek, subraya que la estrategia de seguridad del Gobierno de Trump se centra más en la represión de la disidencia y en el endurecimiento de las políticas migratorias que en abordar las raíces de la violencia armada que se cobra vidas en iglesias y bares por igual.
Estos despliegues aumentan la presencia de fuerzas federales en el tejido urbano, intensificando las tensiones internas en el país. Por demás, las cifras de tiroteos masivos registrados en el país en lo que va de año no da muestras de resultados efectivos. De acuerdo con un rastreador oficial, en 2025 se han confirmado 381 actos violentos de este tipo en el país.