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La Habana, Cuba. – En la enfermería de la prisión de Alicante falleció el 28 de marzo de 1942, Miguel Hernández Gilabert, minado por la tuberculosis; eran las 5 y 32 de la madrugada y dicen que no pudieron cerrarle los ojos.

El poeta de versos de amor, combate y militancia, soldado de la Guerra Civil Española, pastor de Orihuela y autor de Perito en lunas El rayo que no cesa, no sobrevivió a las cárceles franquistas.

Había hecho compromiso político con los olvidados, con los republicanos y el Partido Comunista, y es leyenda su participación en el Quinto Regimiento como comisario político y en los combates de Teruel, Andalucía y Extremadura.

Cual testamento, Miguel Hernández escribió: Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas. 

Siempre Josefina

Mujer amada desde los combates y las cárceles, en la ternura y el espanto, fue Josefina Manresa, esposa del poeta español Miguel Hernández.

A la costurera de negros ojos dedicó el libro El rayo que no cesa y ella lo sobrevivió 44 años en los que continuó fiel a su memoria, firme ante una tragedia marcada por las muertes del padre, el esposo, la madre, la hermana y los dos hijos.

Fue amor cruzado por el fuego de la Guerra Civil Española, y en los últimos momentos y a su pesar, el poeta asintió contraer matrimonio religioso en la enfermería de la prisión, pues su unión civil no tenía validez legal para el régimen franquista.

A Josefina Manresa dedica estos versos estremecidos Miguel Hernández: Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:/ aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,/ y defiendo tu vientre de pobre que me espera,/ y defiendo tu hijo.