La Habana, Cuba. – En la clausura del VII Congreso del Partido estuvo Fidel, muy cerca ya de sus 90 años. Tenía otra cita con la historia y tampoco faltó, a pesar de sus quebrantos de salud. Allí estuvo, porque era 19 de abril, y 55 años antes había trastocado el plan estadounidense de apoyar una fuerza invasora mercenaria para aniquilar la Revolución, ya proclamada como socialista.
Con extraordinaria visión, había avizorado la importancia de entregar armas al pueblo para organizar e instruir las milicias. Y en Girón, obreros y campesinos se transmutaron en héroes y salieron victoriosos, con Fidel al frente de la batalla.
También fue aleccionadora su estratégica unificación de las fuerzas revolucionarias. Supo conducirla hasta la fundación del Partido Comunista, heredero y continuador de tradiciones patrióticas de generaciones de cubanos.
En marcha con fuerza unida
Una mirada retrospectiva sobre los congresos del Partido permite repasar momentos cruciales en el itineario de la Revolución Cubana. Señalan, por ejemplo, el inicio del camino hacia la institucionalización del país; el surgimiento de los órganos del Poder Popular; la nueva división político-administrativa; los programas sociales y la práctica del internacionalismo.
También dejan testimonio de las urgencias del enfrentamiento al brutal bloqueo estadounidense y a la crisis provocada por el derrumbe de la URSS y el campo socialista en Europa.
De los congresos -con análisis críticos, sin autocomplacencias- se derivan además lineamientos que encauzan acciones en la crucial batalla económica para construir el socialismo próspero e irreversible al que aspiramos.
El Partido fundado por Fidel y conducido luego por Raúl, sigue en marcha, con fuerza renovada.