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La Habana, Cuba. – Hijo de comerciante chino y mulata criolla, el 8 de diciembre de 1902 nació en Sagua la Grande, Wifredo Lam y Castilla, pintor que llevó a su obra su propia mezcla de lo asiático, africano, español y aborigen.

Tuvo el mérito de insertar la cultura negra en la pintura nacional, imprimir sello propio a la tradición pictórica euroccidental y crear propuestas híbridas inéditas en la historia del arte.

Su obra La Jungla, cuyo original se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, es definida como la síntesis de un ciclo antillano, en virtud del espacio barroco dominante y de la atmósfera creada por la asociación de lo humano, lo animal, lo vegetal y lo divino.

Sobre esta pieza de Wifredo Lam, el más universal de los pintores cubanos, dijo el crítico Alain Jouffroy que era el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo.

Artista comprometido

Pintor de piezas simbólicas, altares, naturalezas muertas, retratos, ceramista, escultor, muralista y diseñador de joyas fue Wifredo Lam, cubano cuya gracia personal abrió puertas en la bohemia parisina.

Fue, también, hombre comprometido en la defensa de la República Española al incorporarse a las brigadas artísticas internacionales y en el sindicato de pintores de la Unión General de Trabajadores crear carteles de propaganda.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se embarcó en el buque Pont De Merle con varios escritores, lo hicieron prisionero en la isla Martinica e internaron por 40 días en un campo de concentración.

En Cuba, Wifredo Lam expuso en la Universidad de La Habana, en solidaridad con los estudiantes opuestos a la dictadura batistiana; y en 1967, fue uno de los promotores del traslado del Salón de Mayo de París a La Habana.