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La Habana, Cuba. – A propósito de Ian y sus días traumáticos, sobre todo, en la provincia pinareña, la memoria vuelve al 4 de octubre de 1963, cuando el ciclón Flora inició su errática y lenta trayectoria por el Oriente cubano.

El día antes, este huracán catalogado como la segunda mayor catástrofe registrada en el país, desarrolló un lazo sobre las provincias de Las Tunas, Granma, Holguín y Camagüey.

Sexto ciclón del año, las torrenciales lluvias asociadas devinieron inundaciones nunca antes vividas y provocaron la muerte de unas 2 mil personas.

El ciclón Flora en Granma llevó aguaceros por 93 horas y las crecidas provocaron el fallecimiento de mil 126 personas, la pérdida de 11 mil 103 viviendas, ruina de 4 mil caballerías de arroz y daños en áreas cañeras y cafetaleras, electricidad, telefonía, carreteras y caminos.

Fidel y Flora

Las imágenes del ciclón Flora eran apocalípticas: personas al límite se aferraban a la vida en árboles y palos de cercas; mientras, los fallecidos aparecían regados en visión dantesca.

Fidel Castro dirigió los equipos de rescate y fueron movilizados medios por carretera, aviones de fumigación, helicópteros, botes de remos o motor y anfibios de las Fuerzas Armadas; Faustino Pérez, presidente del Instituto de Recursos Hidráulicos, en su yipi buscó soluciones junto a los expertos.

El salvamento y pasos iniciales de la recuperación contaron con el Ejército Rebelde, y su Cuerpo de Ingenieros construyó puentes y carreteras que el Flora había deshecho.

En esos días estaba en Cuba Valentina Tereshkova, primera mujer cosmonauta, quien se ofreció para ayudar, pero no se le permitió correr riesgos; no obstante, pilotó un avión hasta Varadero, cuando se sentían los efectos del ciclón.