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La Habana, Cuba. – Considerado el reino de la crítica social, el choteo y la sátira política, en el habanero Teatro Alhambra se presentaron unas 2 mil obras, que llevaron a la cima al bufo cubano y llenaron sus presentaciones, reservadas a hombres.

Del repertorio mítico, la memoria popular fija La isla de las cotorras, La danza de los millones y Cuando vino Mefistófeles, aún cuando la mayoría de los libretos no se conservan.

Abierto el 13 de septiembre de 1890 por el catalán José Ross en las calles Consulado y Virtudes, la primera década no fue exitosa. Solo la llegada del libretista Federico Villoch, el escenógrafo Miguel Arias y el actor José López, logró catapultarlo durante 35 años.

El 18 de febrero de 1935, tras salir del vestíbulo del Teatro Alhambra el actor Enrique Arredondo, el pórtico se derrumbó; jamás lo rehicieron.

Alhambra en casa

La discografía tuvo en el Teatro Alhambra un filón para aprovechar: sainetes, operetas, parodias y zarzuelas pudieron oírse en las casas, siempre que hubiera fonógrafo.

Contando solo a actores, se realizaron 378 grabaciones, la mejor etapa fue de 1913 al 20, con registros de casi las tres cuartas partes de la producción del teatro y entre los más grabados están Regino López, Arquímedes Pous, Ramón Espígul y Sergio Acebal.

En el Teatro Alhambra los personajes vitales eran el negrito, el gallego, el chino y la mulata: Arquímedes Pous, Ramón Espígul, Sergio Acebal y Enrique Arredondo son negritos emblemáticos y otros famosos fueron el “gallego” Fernando Mendoza y las actrices Mimí Cal y Blanca Becerra.

Para Alejo Carpentier ese teatro constituía un sitio en que se movían sabrosos personajes, símbolos de la vida criolla.