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La Habana, Cuba. – Machete en mano, victoria tras victoria en la manigua durante todas las guerras, así ganó los grados de General del Ejército Libertador José Guillermo Moncada, uno de los veintinueve cubanos que alcanzaron ese cargo.

Nacido el 25 de junio de 1841, en Santiago de Cuba, por su estatura, valentía y decoro en los campos insurrectos, los suyos le llamaron Guillermón Moncada.

En el largo servicio a la causa independentista cubana desde los días primigenios de Carlos Manuel de Céspedes, hasta los fulgurantes de José Martí, mantuvo una radical posición de principios y estuvo entre quienes rechazaron el Pacto del Zanjón y acompañaron a Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá.

José Guillermón Moncada, carpintero aserrador en los días de calma, había manifestado: “Mi brazo de negro y mi corazón de cubano tienen fe en la victoria”.

Palabras sobre Guillermón Moncada

El general José Guillermón Moncada dejó una estela de respeto, sintetizada por el coronel José Policarpo Pineda, alias Rustán, al decir: “Es bueno y bravo, y se puede confiar en él”.

Máximo Gómez afirmó que tenía dotes de mando y gran habilidad estratégica; y el coronel Horacio Rubens lo honró al escribir: “Sin Guillermón, no hubiera habido Revolución en Oriente el 24 de febrero”.

Cuando murió de tuberculosis en su campamento de Joturito, Enrique Collazo anotó que ya poco podía hacer y “era un moribundo que venía en cumplimiento de su palabra, y guiado por su patriotismo, a morir a la sombra de su bandera”.

El poeta Regino Boti expresó: “Los grandes patriotas, cuando caen, conmueven la tierra a la manera de esas palmas enhiestas que se abaten al soplo del huracán, murmurando en su caída a la vez que un canto de muerte, un canto de victoria”.