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La Habana, Cuba. – Agotado por la acogida del día anterior, el creador de la Teoría de la Relatividad, Albert Einstein, dijo que en las últimas horas de su visita a La Habana quería conocer la otra cara de la capital.

Era el 20 de diciembre de 1930 y había llegado para una estancia de treinta horas en la que le mostraron lo reluciente de la sociedad, pero él deseó ir a hogares pobres y a desordenados patios de solares y cuarterías.

Así, le mostraron el Mercado Único, tiendas de la Calzada del Monte y los barrios Pan con Timba y Llega y Pon; en su diario escribió: “Clubes lujosos al lado de una pobreza atroz, que afecta principalmente a las personas de color”.

Algunas fuentes hablan de un encuentro con el músico Ernesto Lecuona, en La Timba; sobre la una de la tarde, Albert Einstein y sus acompañantes partieron en el buque Belgenland, rumbo hacia el Canal de Panamá.

Lo que más brilla

Durante la visita a Cuba, Albert Einstein lo primero que visitó el diecinueve de diciembre de mil novecientos treinta fue la tienda El Encanto; allí le regalaron un sombrero de jipijapa y tomaron fotos.

El periplo incluyó Secretaría de Estado, Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, la comunidad hebrea y banquete en el Hotel Plaza; la Universidad de La Habana, cerrada por el gobierno machadista, no fue prevista, y rechazó el hospedaje del Hotel Nacional.

En auto pasó por el Country Club y Havana Yacht Club, Santiago de las Vegas, obras hidráulicas, asilo Mazorra, un campo de aviación y la Escuela Técnica Industrial.

Abrumado por el alud de autógrafos en la Sociedad Cubana de Ingenieros, Albert Einstein escapó; su esposa Elsa ideó que “el doctor se sentiría feliz” si la solicitud fuera por carta acompañada de tres dólares para los pobres de Berlín.