La Habana, Cuba. – Las burdas e irrespetuosas presiones de Estados Unidos para impedir que el mundo vuelva a condenar su bloqueo a Cuba, constituyen el mejor reconocimiento del casi unánime rechazo que esa política genera. Quieren impedir otra derrota política y diplomática.
En conferencia de prensa este miércoles, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla develó esas tácticas de intimidación y chantaje con que la administración de Donald Trump pretende encubrir una verdad denunciada en 32 ocasiones por la comunidad internacional en la Asamblea General de la ONU, y que ese organismo reconoce como “rechazo categórico” a “una violación” de su Carta.
Las maniobras tienen lugar a pocos días del debate que nuevamente llevará al seno de la Asamblea, la exigencia de Cuba de que se levante un cerco inútil en el propósito de torcer el modelo escogido por su pueblo, pero criminal y efectivo en el inmenso daño humano que nos genera.
Muchas razones
Demandar el cese de esa política votando la Resolución que cada año presenta la Isla en la ONU, no constituye un mero acto solidario.
Es el repudio al propósito de forzar la sedición de un pueblo agobiado por las penurias que ocasiona… el rechazo a una guerra sucia que agrede la soberanía de las naciones obligadas, por su carácter extraterritorial, a sumarse a ella o sufrir los castigos de Washington.
Esa es el arma artera que la Casa Blanca vuelve a utilizar cuando, como denunció Rodríguez Parrilla, acude a “presiones groseras, amenazas directas y argumentos calumniosos” para disuadir a países, especialmente de América Latina y Europa, de continuar su reclamo con Cuba.
No puede ser exitosa la prepotencia grosera que además de asfixiarnos, pretende pisotear la libre determinación de terceros. En esta nueva votación, el regusto del fracaso tendrá para Washington un sabor aún más amargo.