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Después de varios años de contracción económica, la República Bolivariana de Venezuela experimenta claros síntomas de recuperación y para 2024 proyecta un crecimiento del 8 por ciento.

Una cifra impresionante para un país que ha tenido que lidiar con una feroz campaña de bloqueo y sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea como parte de su política por asfixiar y hacer claudicar a la Revolución bolivariana y chavista.

Lo cierto es que, después de una etapa sumamente difícil por ese estrangulamiento, el gobierno que preside Nicolás Maduro ha sabido estabilizar el rumbo, sobre todo en el estratégico sector energético, con una producción petrolera que ya supera los 820 mil barriles diarios.

En ese camino -no exento aún de escollos e insuficiencias- se advierten mejoras en la diversificación de la economía.

Acoso persistente

El triunfo electoral del presidente Nicolás Maduro para un nuevo sexenio de mandato en Venezuela, y la maquinaria de desestabilización puesta en marcha a fin de cuestionar el resultado y tratar de revertirlo, hacen previsible un incremento de las presiones y hasta la aplicación de nuevas sanciones económicas y políticas.

El dinamismo que ha ido retomando la economía en ese país es sin dudas una mala noticia para la oposición recalcitrante.

El programa integral de recuperación económica, crecimiento y prosperidad de Venezuela ya da sus frutos, con el complemento de la atención a las misiones sociales, en esferas como la educación y la salud.

Pero la derecha golpista pretende tronchar ese rumbo y desmantelar el chavismo. Ése es su guión, anticipado hace mucho.