La Habana, Cuba. – Nunca antes tantas voces intentaron convertirse en muro que detenga otra posible agresión militar de Estados Unidos.
Por segunda ocasión, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, ahora por medio de sus cancilleres, condenó este lunes su despliegue bélico en el Mar Caribe, y denunció el peligro que representa para la estabilidad de una región que desde 2014 se proclamó como Zona de Paz.
Antes lo hicieron la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el Movimiento de Países No Alineados, relatores de la ONU, gobiernos, organizaciones sociales, intelectuales, y hasta pescadores, quienes se pronunciaron la víspera contra la forma impune en que tres embarcaciones de sus colegas venezolanos han sido interceptadas y destruidas por aquellas fuerzas, bajo el supuesto no probado de que transportaban drogas.
Si Washington tuviera un átomo de vergüenza, atendiera esos llamados.
Ilegal y fraudulenta
Carecen de sustento los pretextos con los que el Pentágono emprende esta aventura bélica.
El declarado propósito de la Casa Blanca de que persigue a narcotraficantes que Donald Trump ha acuñado, además, como terroristas, se derrumba ante la ilegalidad de sus accionar, y en ausencia de argumentos que prueben sus acusaciones.
Venezuela está en la mirilla de los marines bajo la acusación falaz, que otra vez intenta satanizar al presidente Nicolás Maduro al señalarle como narcotraficante, y a su país como un Estado que protege el tráfico de estupefacientes. No solo es una imputación calumniosa. Además, es falsa.
La ONU y organismos internacionales que combaten el ilegal negocio han reiterado que la nación bolivariana está entre las que, con más, denuedo, combaten el flagelo. Los portaviones y misiles yanquis tienen un móvil político, y reeditan una etapa colonial que nadie en la región acepta.