Los resultados de las elecciones legislativas en Francia han dejado a la izquierda como única alternativa viable para vencer a la ultraderecha en la segunda vuelta, que tendrá lugar el próximo 7 de julio.
Como se esperaba, la extrema derecha representada en la Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, obtuvo la mayor cantidad de votos con 34 por ciento.
Pero lo notorio ha sido que el Nuevo Frente Popular, donde se unieron los partidos progresistas con vista a estos comicios, se convirtió en la segunda fuerza del país galo gracias al 28 por ciento de los sufragios.
Ello dejó al presidente Enmanuel Macron y su partido Renacimiento como los grandes perdedores, al ganar solo 20,3 por ciento de los sufragios, lo que los ubica en un lejano tercer puesto que parece imposible mejorar en el balotaje.
Macron, atado
Nofuncionó la estrategia del Presidente francés al adelantar estas elecciones tras la derrota en los comicios para el Parlamento Europeo, hace tres semanas.
Lejos de menguarlo, su fracaso se consolidó, lo que expresa el disgusto con su gestión desde que impuso, por decreto, la reforma de pensiones —que movilizó a miles de personas—, pasando por el endurecimiento de la ley de inmigración y el apoyo a Ucrania, que afecta al campesinado europeo.
Enmanuel Macron ha dicho que no renunciará; pero un triunfo definitivo ya sea de la ultraderecha o de la izquierda, hará más difícil su relación con el Parlamento y puede provocar cambios en el gabinete.
El Nuevo Frente Popular, con Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, como una de sus principales voces, es el único que puede derrotar a Marine Le Pen el día 7, y mantener la nación a salvo de un peligroso extremo.