La Habana, Cuba. – Dejan mucho que pensar los acuerdos suscritos entre la titular de la Unión Europea, Úrsula Von Der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para evitar que Washington cumpliera la amenaza del mandatario de gravar la entrada de sus bienes al mercado estadounidense con aranceles del 30 por ciento.
A cambio de imponerle solo el 15 por ciento a una serie de producciones, Europa deberá invertir en territorio norteamericano por valor de más de 500 mil millones de euros, comprarle energía equivalente a más de otros 600 mil millones y adquirir equipamiento militar por una cantidad que no se especifica.
Pese a la cierta resignación con que la titular europea suscribió el convenio -del que dijo: es lo más que podíamos conseguir- lo cierto es que pocos parecen felices en Europa. Se ha evitado una recesión, pero muchos deben sentirse burlados.
Trump sigue con el mazo
El capítulo con que el jefe de la Casa Blanca ha presionado a Europa para beneficio de la economía estadounidense, es otro más de una saga que muestra la debilidad del Viejo Continente ante su prepotencia.
En Francia, por ejemplo, se espera que el acuerdo aumente el número de quiebras esperadas para fines de este año a más de 77 mil negocios y empresas, y los cálculos dicen que la medida reducirá su Producto Interno Bruto (PIB) así como el de Italia y España, entre un 0,1 y 0,3 por ciento.
En Alemania, expertos dudan de que lo firmado pueda considerarse un acuerdo por sus desventajas, y estiman que se trata de un compromiso doloroso.
Ciertamente, Europa ha tenido que doblar otra vez la cerviz frente a la arrogancia de Trump. Decididamente, no será el Viejo Continente el que haga contrapeso a Estados Unidos para dotar de multipolaridad a este mundo.