Compartir

La jugada iniciada por la ultraderecha venezolana desde antes de julio para proclamar un fraude electoral, sigue en curso.

Aferrados a esa tesis manipuladora, los representantes del sector violento de la oposición —el excandidato Edmundo González y su tutora, María Corina Machado— recaban respaldo en una gira que solo les ha deparado el apoyo de ocho expresidentes incluidos dos mandatarios a punto de culminar su gestión, y algunas excepciones como el libertario Javier Milei y el paraguayo Santiago Peña.

No obstante, la reiterada e injerencista pretensión de acompañar a González en el anunciado intento de ingresar a Venezuela el día 10, fecha de la toma de posesión, para adjudicarse la banda que corresponde a Maduro, crea un clima de tensión que los manipuladores necesitan para proseguir, después, su campaña contra Venezuela.

Firmeza acompañada de pueblo.

La estabilidad venezolana se defiende con la firmeza de las instituciones, la lealtad de la Fuerza Armada, y el acompañamiento de las bases bolivarianas, en esa conjunción cívico-militar que en 2002 derrotó el golpe de Estado contra Hugo Chávez, y desde entonces ha sido determinante para mantener a salvo el proceso.

Ninguna fuerza puede resultar más disuasiva que la defensa popular y pacífica de los votos depositados a favor de Nicolás Maduro, frente a los intentos injerencistas.

Pero al propio tiempo es preciso no ceder a la provocación. Un eventual escenario violento sería el peldaño útil a la ultraderecha local y regional para justificar cualquier acción de fuerza.

Esperemos que las advertencias formuladas a González y sus acólitos eviten un indeseado escenario violento propiciado, únicamente por su irrespeto.