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La Habana, Cuba. – El gobierno que encabeza el líder progresista Andrés Manuel López Obrador en México, dio a conocer en días pasados la nacionalización de sus yacimientos de litio, que junto a los de Argentina, Bolivia y Chile, hacen a América Latina una fuerte productora de ese valioso elemento.

Utilizado para la fabricación de baterías, incluidas las de vehículos automotores, el litio se ha convertido en esencial para las grandes industrias internacionales de medios de transporte y artículos electrónicos y digitales, de ahí que los más voraces de esos intereses intenten asegurarse suministros estables.

En consecuencia México, que en su momento adoptó durante el pasado siglo la nacionalización de su petróleo, ahora reivindique la propiedad estatal y social sobre un nuevo componente estratégico altamente codiciado.

Cero control externo

La nacionalización de los yacimientos de litio por México, según su presidente Andrés Manuel López Obrador, pretende que todos los beneficios de esa actividad extractiva queden en manos del país y al servicio de su población.

No habrá intereses extranjeros poseedores de concesiones ni dueños de predios mineros. Toda la actividad del litio mexicano tributará a la nación y con ello se coarta también la posibilidad de que grupos privados nacionales se conviertan en pantallas para grandes monopolios externos.

Paralelamente, ha dicho el presidente mexicano, el país invertirá en la industria procesadora de ese estratégico elemento, de manera que produzca todos los géneros que lo requieren y lo utilizan.

En pocas palabras, una diversificación que sobrepase la mera actividad extractiva.