Se acercan los comicios presidenciales de octubre en Brasil, y el país continúa en vilo. Aún está por verse si el gran favorito de las encuestas, Luiz Inacio Lula da Silva, finalmente es incluido en la contienda política. Por lo pronto, ya su participación fue inscrita, aunque los pronósticos dejan cierta incertidumbre.
El Partido de los Trabajadores lo registró el miércoles último como su postulante, pero inmediatamente la Fiscal General, Raquel Dodge, impugnó su candidatura bajo el pretexto de inelegibilidad por estar condenado en segunda instancia.
Desde abril, el líder político cumple una sentencia de 12 años de cárcel por estar presuntamente vinculado a la Operación Lava Jato, aunque no se han presentado evidencias en su contra. Curiosamente, la condena y el encarcelamiento de Lula se sustentan en la declaración de un testigo cuya sentencia fue reducida a cambio de su testimonio.
El gran ausente
Por el momento la campaña electoral por las presidenciales en Brasil ya arrancó, y Lula continúa siendo el gran ausente. Ante el atropello de sus garantías como candidato, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas pidió el viernes que se anulen las resoluciones que impiden al detenido dar entrevistas, grabar spots de campaña y participar en debates televisivos.
El Gobierno del gigante sudamericano incumple hasta ahora el dictamen. Ni siquiera el Tribunal Electoral ha esclarecido SI incluirá al político más popular de Brasil en las papeletas.
La derecha hará hasta lo imposible por proteger sus posibilidades, pues el segundo favorito después de Lula, es el militar y ultraderechista Jair Bolsonaro, conocido también como el Trump de Brasil por sus discursos homofóbicos, misóginos y racistas. El pueblo brasileño tendrá el siete de octubre la última palabra.
Fe un comentario de Dachely Almaida