La Habana, Cuba. – Más que fisuras, las diferencias nacidas entre Estados Unidos y la Unión Europea a propósito de Ucrania, se han convertido rápidamente en grietas que están resintiendo la unidad del bloque monolítico que ha sido la OTAN.
La acalorada discusión, este viernes, entre Donald Trump y el presidente ucraniano Volodomyr Zelenski en la Casa Blanca, le puso la tapa al pomo del alejamiento.
Las distancias se ampliaron desde que el presidente de Estados Unidos se entrevistó telefónicamente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, para afinar un plan de paz, sin contar con Zelenski ni con el Viejo Continente.
Ahora, lo que Trump ha presentado como un rechazo del mandatario ucraniano a la paz, rebasa a Kiev. Algunos países europeos le han ratificado su respaldo – aunque sea, moral -, y reiteran que Ucrania «No está sola», lo que divide más a la Alianza Atlántica.
Más allá de Ucrania
Luego del penoso careo entre Trump, su vicepresidente James David Vance y Zelenski, varios países europeos han reaccionado con la reafirmación de su padrinazgo a Kiev, mientras la titular para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Kaja Kallas, declaraba que «el mundo libre necesita un nuevo líder.
Nos corresponde a nosotros, los europeos, aceptar ese desafío», afirmó. No se sabe si la posición realmente altisonante de Washington, provocada por la tozudez de Ucrania y la negativa de Zelenski a un alto el fuego, dejará espacio para otro encuentro bilateral como el que se frustró este viernes.
Una parte de Europa ha dicho que seguirá apoyando a Ucrania, lo que quizá le dé respiro para combatir algunos meses más. Algo, sin embargo, está más visible: en las filas de la OTAN se han abierto inesperados abismos. Y la pregunta es: ¿Se podrán salvar?