Con la esperanza de lograr un país en paz y centrado en enfrentar las permanentes vicisitudes de su población, Colombia acude a las urnas este veintinueve de mayo para intentar un cambio de gobierno lo más profundo posible.
En primera instancia, vale destacar que el bloque progresista que lidera el candidato Gustavo Petro se mantiene hasta ahora a la punta de la carrera, con un porcentaje de posibles boletas a su favor por encima del cuarenta y cinco por ciento de las emitidas.
Junto a esta figura popular se suma como aspirante a la vicepresidencia la lideresa Francia Márquez, en un binomio que podría hacer historia en la política colombiana si logra salvar las trampas y desafíos de una derecha oligárquica que se empeña, con el apoyo de sus socios foráneos, en mantener a toda costa sus fueros intactos.
Escenario Complejo
De ganar las elecciones presidenciales colombianas, la coalición Pacto Histórico de Gustavo Petro, incluso sin tener que acudir a una segunda vuelta, deberá asumir un panorama interno que no parece indicar un inmediato período de calma y transición exenta de tensiones.
Desde hace buen rato, y ante las perspectivas positivas de las fuerzas progresistas, Washington y los grupos más retrógrados de Colombia han recrudecido sus actos agresivos y criminales para implantar sus designios a como de lugar.
Así, las masacres en áreas rurales no cesan, junto a la persecución y el asesinato de líderes comunitarios y ex guerrilleros, hasta las amenazas directas contra del propio Petro y su compañera de fórmula.
Un cuadro desestabilizador que apunta a manejar el voto mediante la neta violencia.