Compartir

La Habana, Cuba. – La develación de nuevos audios que dan cuenta de manejos turbios en el conteo de los votos tras las elecciones presidenciales en Honduras, confirma lo que desde el inicio denunció el partido Libertad y Refundación, Libre: un fraude estaba en curso.

Las denuncias más recientes fueron formuladas por el Ministerio Público, como parte de la investigación que lleva a cabo la Unidad de Delitos Electorales.

Un magistrado del cuestionado Consejo Nacional Electoral hizo una develación aún más grave cuando denunció, en medio de la lentitud en la transmisión de datos -algo que ya había reportado Libre como una anomalía del sistema- la intervención de un elemento ajeno que alteró los resultados. Es decir, un hackeo.

Dos semanas después de la votación, las autoridades electorales siguen sin dar los resultados finales oficiales, que Libre ha dicho no aceptará, al tiempo que llama a los hondureños a movilizarse.

Bajo la campaña del miedo

Las revelaciones ventiladas sugieren pensar en los partidos tradicionales, representantes de las clases oligárquicas hondureñas que detentaron el poder.

Pero lo más grave, por la intervención ilegal que significó, fueron las declaraciones injerencistas del presidente de Estados Unidos, quien tres días antes de que abrieran las urnas llamó a votar por el candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura.

La advertencia de Trump presionó sicológicamente a los votantes para quitarle el voto a Libre y su candidata Rixi Moncada. La injerencia del jefe de la Casa Blanca está detrás de las irregularidades registradas, atribuibles al Partido Nacional, que sabe cuenta con el favor de Estados Unidos.

La desfachatada actitud de Trump no sorprende: es consecuente con la política de patio trasero que aplica Washington al resto del hemisferio, donde aspira a seguir cercando al progresismo.