La Habana, Cuba. – El desparpajo con que la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha afirmado que la administración Trump “está dispuesta a utilizar todos los recursos del poder estadounidense para detener la entrada de drogas al país y llevar a los responsables ante la justicia”, constituye una confirmación del afán intervencionista que reviste el despliegue militar que lleva a cabo el Pentágono en aguas del Caribe.
Aunque los funcionarios estadounidenses han evitado confesar por su nombre que la operación tiene por objetivo a Venezuela, la narrativa que intenta vincular a su presidente Nicolás Maduro con el llamado Cártel de los Soles, y las acusaciones y amenazas contra el mandatario venezolano, señalan a Caracas como blanco de esta misión militar.
Para colmo de falacias, la portavoz estadounidense dijo que el operativo está apoyado por los países del Caribe.
Alertas
Aunque desde hace décadas Washington utiliza la excusa del combate al narcotráfico para justificar su presencia militar en la región latinoamericana y caribeña, llama la atención el grueso calibre de los componentes de este despliegue naval, que según medios apegados a la narrativa de Estados Unidos cuenta con un buque de asalto anfibio, tres destructores, lanchas de desembarco y aviones patrulla y de reconocimiento, entre otros elementos de avanzado poder.
Frente a ello, desenmascarar la mentira y prepararse para la defensa constituye la estrategia venezolana, con el respaldo de las naciones latinoamericanas y caribeñas que, en contraposición con las aseveraciones de la vocera de la Casa Blanca, se han pronunciado contra esa presencia yanqui en aguas de la región, y han proclamado el respeto a la soberanía de Venezuela.
Toda Latinoamérica y el Caribe deben estar alertas.