La Habana, Cuba. – Aunque no se diga por el Pentágono, las denominadas maniobras de entrenamiento que realizan marines en el sur de Puerto Rico son una extensión del despliegue naval que apunta hacia Venezuela desde el propio mar Caribe.
La ocupación de sus aguas parece total, y cada vez más se revela como una amenaza para la estabilidad de una región que se declaró desde 2014 como Zona de Paz.
El propio secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, quien estuvo el lunes en tierra borinqueña junto al general y jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, reconoció que los ejercicios son parte de la nueva y engañosa cruzada contra el narcotráfico anunciada por Washington, y aparentemente organizada por el secretario de Estado, Marco Rubio.
Hegseth afirmó en la red X que se trata de un ejercicio del mundo real para acabar con el envenenamiento del pueblo estadounidense, en alusión a las drogas.
Amplio rechazo
La presencia militar yanqui en las costas de Arroyo, en Puerto Rico, ha sido ampliamente rechazada en la isla, que tiene amargas experiencias de la ocupación de su suelo por los marines.
Durante décadas, hasta que los puertorriqueños lograron su salida en el año 2003, ellos utilizaron la isla boricua de Vieques como sitio de ensayos de guerra con sustancias radioactivas que contaminaron el mar, y provocaron enfermedades y muertes entre los habitantes viequenses.
Aunque ahora solo existe una base militar yanqui activa en Puerto Rico, su presencia militar se ha extendido a varios sitios de la isla durante las décadas que dura su estatus neocolonial.
Los boricuas se niegan a que la historia se repita. Más allá de eso, los hechos invitan a pensar en los peligros de este reverdecimiento de la Doctrina Monroe por Washington, usando nuevamente la política de las cañoneras.